Imposibilidad
Hay dias extrañamente tranquilos, como suspendidos en el tiempo, no sé si en el espacio también, porque hasta las nubes parecen paralizadas.
Días en los que jurarías que eres el único habitante del planeta y por un momento te lo imaginas así porque el contorno ayuda hasta hacerlo punto menos que real.
Por un momento piensas... ¿Y si me quedé solo aquí?
Esa sensación es dura, hermano...
Menos mal que las ciudades no permiten ciertos lujos...
O menos bien, no sé...
Métete en tus asuntos
Un día, de camino a la estación para un viaje de esos largos, alguien me habla.
Tan inesperadamente que casi ni me doy cuenta. Es lo que tiene dormir poco. Tardas en entender.
- ¡Eso, eso! ¡Hay que viajar!
Aún medio dormido sé que está pasando aquí... Aquí es la palabra clave. Está gente va más allá de lo snob. No es esnobismo, es... Dejémoslo.
Y por lo que sea...
Por lo que sea, hermano...
No me dejaron subir al avión.
Y a día de hoy, ni una triste disculpa. No de la aerolínea, de esa no esperes nada, insensato. De la profeta que no pudo reprimir el sabio consejo. Lo peor del asunto: Sé hasta la médula de los huesos que no la vuelvo a ver. Jamás. Con lo que me iba a gustar darle un consejo...
Acabo de ver algo de Dolina que hablaba del silencio. No atienden, Alejandro...
Cutre
Bar de poca monta. Tasca. Boliche... Algo así. Mi acompañante y yo. Conversación más o menos intrascendente. De fondo, la tele. Como siempre, incapaz de callar, irreductible. (Cuánto necesitamos del silencio).
Tema del debate: sexología. La respuesta sexual de las mujeres con orientación lésbica.
Mesa próxima en la pared de enfrente. Dos viejitos instalados en sus sillas, bastón mediante. Bien atentos al asunto, cejas arqueadas y sonrisa suficiente. Sin intervenir pero sin perder detalle.
Hasta que, por fin, surge la pregunta, insolente, exultante, estentórea.
- ¿Entonces qué hacen? ¿Se refriegan?
Carcajadas. Ya no estentóreas, lo siguiente. Ni se han preocupado de atender a las reacciones a su alrededor. Ojipláticos todos, todas.
Et voilà. Así son las cosas en 2024, una ciudad gallega, primer mundo que dirían algunos.
Después dirán que la presencia de las mujeres en las instituciones es un problema inventado. Así nos luce el pelo.
(Imagen de Freepick)
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